Por alguna razón, escribir este post se me hace de lo más incómodo. Quizá porque no te voy a dar ninguna receta secreta, ni tampoco una dieta o ejercicio que me haya apoyado como maravilla, simplemente te voy a compartir lo que realmente me sirvió.
Nuestro peso es una de las cosas que suelen preocuparnos más en la vida, puede ser que algunos se preocupen por subir y otros por bajar, pero solemos enfocarnos mucho en sentirnos cómodos con nuestro cuerpo y muchas veces no lo hacemos por las razones adecuadas.
Para mí, fue un tema que inició apenas cumpliendo mis primeros años de adolescencia. Mi cuerpo empezó a cambiar poco a poco y por consecuencia empecé a subir poco a poco de peso y empezaron las típicas conversaciones en la familia sobre mi cuerpo. "Estás subidita de peso" "Ya no te queda ese pantalón eh..." "¿Y ahora por qué estás subiendo de peso?"
De pequeños esos comentarios no nos son muy relevantes, pero cuando empiezas a interesarte en gustarle a alguien, en hacerle caso a lo que ves en las revistas y redes sociales o cuando te importa lo que los demás piensan; esos comentarios ya no son tan irrelevantes y empezamos a tener estas ideas de que si no cumplimos los estándares de belleza, no valemos nada.
Yo fui una de esas personas que cayó en este vicio de buscar la aceptación de los demás a través de mi peso. Pasé años intentando regresar a un peso normal, donde la gente dejara de opinar respecto a él y donde yo pudiera sentirme cómoda y sin ningún odio hacía mí misma. En algunas ocasiones lograba bajar unos cuantos kilos pero pasaban algunas semanas o meses y los volvía a subir. Hubo veces en que llegue a sentirme tan mal de mi cuerpo que empecé a tener desordenes alimenticios, donde me sentía muy culpable de comer una pieza de pan o darle un sorbo a una bebida con azúcar. También llegue al punto de estar contando las calorías de cada alimento que metía en mi boca y hasta tener un diario de comida.
Cuando me fui a estudiar al extranjero; mi salud estaba por los suelos porque lo único que comía era comida procesada, enlatada y lo peor, a medianoche nos salíamos del campus para ir a comprar pizzas porque teníamos hambre. Y así fue como en todos esos años subí aproximadamente 15 kilos, tal vez pienses que no fueron muchos, tal vez si. Pero fueron suficientes para que yo tuviera una ansiedad de comer cualquier cosa.
A finales del 2014, regresé del extranjero a mi casa y me propuse una sola cosa para el siguiente año. Ser una mujer saludable. Preparé todo dos semanas antes de año nuevo y me dije a mí misma que esto era un regalo de mí para mí. ¿Que ocurrió?
Alimentación
Lo primero que hice antes que nada fue leer libros. Pero no para bajar de peso, sino para entender cómo funciona el cuerpo humano. Entendí porqué es importante consumir proteína, calorías y que los carbohidratos no son los enemigos. Aprendí de las vitaminas, minerales y lo que es el omega. Aprendí a leer las etiquetas de información nutrimental en los alimentos.
Empecé a comer y darme cuenta que había alimentos que me hacían sentir mal, otros muy bien y otros ni bien, ni mal. Noté que porciones muy grandes me dejaban muy incómoda, así que las cambié por porciones que me hicieran sentir a gusto y también la importancia de tomar agua. Así fue como empecé a entender mi propio cuerpo y meses después descubrí que tenía alergia a los lácteos y al gluten.
Un diario de gratitud
Cambie mi diario de calorías, por un diario donde pudiera agradecer el tener alimento y todo lo que tengo en mi vida. El diario constantemente me estuvo recordando que no importaba si mañana bajaba o no un kilo, sino el tener un hábito, el seguir teniéndome amor a mí misma, aún cuando mi cuerpo no se viera de la forma en la que yo lo quería porque al final estaba sana. Fue un proceso difícil, porque muchas veces me crucé con monstruos mentales que intentaron engañarme con energía negativa, pero mantener mi diario y recordar todos los días que estoy viva y que tengo todo para cambiar mi vida, fue lo que me ayudo a pelear contra esos monstruos.
Ejercicio
La parte del ejercicio es un poco más simple de lo que muchas personas creen. Cualquier tipo de ejercicio funciona para tu cuerpo, sí, sí hay ejercicios que ayudan para bajar grasa y otros que ayudan a aumentar músculo y en su momento, me sirvió mucho toda actividad relacionada a cardio y también ejercicios con mi propio peso corporal, también finalizaba mi ejercicio con un poco de yoga o pilates para estar relajada.
Meditaciones y ley de atracción
La ley de atracción también se volvió mi mejor amiga en esta etapa. En una ocasión leí que dibujaras el cuerpo que querías y pusieras ese dibujo en un lugar que estuvieras viendo constantemente y yo decidí dibujar mi cuerpo ideal y ponerlo en todos los lugares que pudiera imaginarme, cartera, mochila, bolsas, baño y constantemente lo veía y hacía mis declaraciones. Mientras que las meditaciones fueron de las cosas más importantes en mi proceso. Meditaba a veces hasta cinco veces al día para distintas cosas. En ocasiones hacía meditaciones de aceptación, otras para bajar de peso, en otras ocasiones para mantenerme motivada y otras por la siguiente razón:
Cicatrices emocionales
Muchas veces creemos que el motivo de estar subiendo de peso es porque estamos comiendo mal, en estrés o que no estamos haciendo ejercicio. Sin embargo, hay veces en las que existen cicatrices emocionales que aún no están sanadas y el subir de peso es solo una forma de protegernos de la gente para que no nos vuelvan a lastimar, o protegernos por si vuelve a suceder algo similar. Y en mi caso así fue...
Durante todo un año me dedique a cuidar y educar mi mente y cuerpo. El principio fue difícil, porque esperaba ver resultados muy rápido y me desesperaba al no encontrar ninguno. Me tomo un tiempo darme cuenta que todo reto empieza como cuando eres un recién nacido; primero necesitas gatear, después caminar y luego correr.
Fui empática conmigo misma, me respete y me ame en lugar de juzgarme y odiarme por estar subida de peso y si te soy honesta, aún cuando baje 18 kilos que no rebotaron jamás, me es difícil aceptar mi cuerpo, porque así es la mente humana. Tanto para lo positivo, como para lo negativo. Una vez que finalizamos con una meta, queremos algo más o una vez que iniciamos un vicio, queremos más y más. Pero entendí que dependía de mí aceptarme y amarme tal y como soy.
Aún tengo momentos en los que me veo en el espejo y pienso mil cosas horribles, aún hay veces en las que me siento y veo esas lonjitas que nunca se han desaparecido y digo "¡que horror!", y aún hay comentarios de mi familia solo que ahora son lo opuesto "¿por qué no comes?" "te vas a desaparecer" "te vas a enfermar". Y aún así la mayoría de los días, me levanto y veo que tengo el cuerpo que siempre quise tener y que es perfecto. Porque me puedo quedar pensando cosas negativas o puedo parar y agradecer que estoy sana y viva y seguir aprendiendo y trabajando en mí.
Así que no te estoy dando ningún consejo, ni reglas o pasos rigurosos que todos deben seguir. Te estoy dando la elección de poder educar tu cuerpo y mente para que al día de mañana no sólo tengas el cuerpo que siempre has querido tener sino que despiertes contenta y agradecida en mente, cuerpo y alma.
Comments